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La reina Goswintha




Nació en Toledo en el seno de una familia visigoda, sobre el año 530. Perteneció a una de las estirpes más influyentes en la política de aquellos años: Los Baltha, llamados popularmente baltos o baltingas.  Tuvo una educación de influencia romana, poseyendo por ello grandes dotes de oratoria que la llevaron a brillar con luz propia en la sociedad y la política del reino hispano.
Fue durante su matrimonio con el magnate godo Atanagildo cuando Goswintha comienza a diseñar su arrolladora personalidad política. Cuando el rey de aquel  momento, Teudiselo, es asesinado, Atanagildo pretende el trono creándose un conflicto con el bando de Agila que fue finalmente el triunfador. Desde ese momento comenzó a perfilarse en la sombra la figura de Goswintha, urdiendo estrategias y conspiraciones, ayudada no solo por sus dotes de oratoria sino también por su belleza.
Influenciado por ella, Atanagildo se rebela contra el rey Agila, provocando una guerra civil. Atanagildo pide ayuda a los bizantinos y consigue tras el asesinato de Agila el deseado trono. Mientras duró la guerra, Goswintha dirige desde Híspalis la política exterior rebelde y es ella quien consigue las alianzas necesarias.
Atanagildo y Goswintha tuvieron dos hijas que casaron con los reyes francos de Austrasia y Neustria, para sellar alianzas que trajeran la paz y permitieran al reino hispano afianzar su posición en el Mediterráneo.
Tras enviudar de su primer marido, la reina casa en segundas nupcias con el rey del momento, Leovigildo, el rey reformador, al que ayuda a conseguir el trono tras la sospechosa muerte de su hermano Liuva I.
La reina acuerda la boda de su nieta Ingundis de Austrasia con Hermenegildo, el hijo mayor de su segundo marido, para continuar influyendo a través de la princesa en la política del reino. Goswintha era entonces la depositaria del tesoro regio, así lo dejó dispuesto su primer marido el rey Atanagildo, y eso le confirió un gran poder, puesto que agradar a la reina era el único modo de disfrutar el inmenso caudal proveniente de los saqueos y los expolios de años y años de luchas.


El rey Leovigildo, el primer nacionalista de la historia de Hispania, pretende transformar el reino empobrecido y atrasado y reformar la política para situar a la nación en el contexto de las grandes naciones del momento. Para ello el rey se apoya en algunos nobles hispanorromanos y promulga el Codex Revisus rectificando varias disposiciones del Codigo de Eurico por el que se regía hasta entonces  la vida del reino. También pretende el rey transformar la monarquía en sucesoria para evitar así el asesinato de reyes y las encarnizadas y sangrientas luchas de poder. Todo esto es contrario a los intereses de la reina y su poderosa factio baltinga que declaran la guerra frontal a los católicos y urden un complot para obstaculizar las reformas.
Goswintha, tras el asesinato de su hija la reina de Neustria a manos de la  concubina de su esposo el rey Chilperic I y con el consentimiento de este naturalmente, trata de convertir a su nieta católica Ingundis de Austrasia, al arrianismo. Un día se entabla entre ambas una fuerte discusión, a propósito de la conversión, que desemboca en una terrible paliza a la princesa, que queda inconsciente y medio muerta. Leovigildo decide enviar al príncipe Hermenegildo y a su esposa Ingundis a Hispalis para que se restablezca la paz en la familia y cese el acoso de la reina a su nieta católica. Allí les recibe el obispo Leandro, fanático católico, enemigo acérrimo de Goswintha que presiona  al príncipe con la ayuda de su esposa hasta lograr su conversión y en consecuencia su rebelión contra el rey arriano de Hispania, contra el rey Leovigildo.


El reino hispano se ve envuelto a la misma vez en una guerra en la Septimania contra Gontram el rey de Borgoña y contra el dux de Aquitania, aliado con el anterior. El príncipe Recaredo, hijo menor de Leovigildo parte hacia allí con un gran ejercito y tras varios meses de lucha enconada y terrible, vence a los invasores. Mientras, el rey lleva a cabo otra de sus incursiones contra los vascones a los que trata de someter o por lo menos frenar en su expansión, manteniéndolos dentro de sus límites históricos.
Nadie envía un ejército contra la Bética donde Hermenegildo se ha convertido y se ha autoproclamado rey en solitario. El rey de Toledo le reconviene gravemente y le ordena rectificar y ante su negativa le revoca el mando militar y le retira la asignación económica. Hermenegildo hace caso omiso y todo continúa igual. De alguna parte llegan a Híspalis dineros para el sostenimiento de la corte. Alguien financia al príncipe. Tal vez la iglesia católica o quizá el reino de Austrasia, patria de Ingundis.
Casi un año después de la rebelión del príncipe, Leovigildo y Recaredo marchan con sus ejércitos sobre la Bética. Emérita Augusta sufre un asedio de un año y en Híspalis faltan alimentos y sobre todo agua porque el rey ha mandado desviar el curso del rio Betis. Leovigildo ofrece varias veces a su hijo la libertad a cambio de la rendición, pero el príncipe es un rehén en manos de la conjura que orquestó Goswintha desde el principio; desde que propinó sin ningún motivo para ello la terrible paliza a su nieta, obligando al rey a enviarlos a Híspalis donde la reina sabía que su enemigo Leandro haría su trabajo tratando de convertir a Hermenegildo. También supo utilizar en su provecho el descontento de las tribus visigodas contra el rey, que andaba tratando de retirarles potestades por completo, alzándose como monarca absoluto y gobernando en nombre de Dios, dando origen con ello a una dinastía. Mezcló los ingredientes y la masa fermentó hasta estallar.
La guerra civil fue solamente de godos contra godos, ya que los católicos se mantuvieron en su gran mayoría al margen del conflicto. Ingundis y su hijo fueron sacados de Híspalis por los bizantinos a petición de Leovigildo y llevados a la capital del imperio. Ingundis fallece durante el viaje se cree que en Sicilia. El pequeño Atanagildo llega a Bizancio y allí se pierde su rastro. Goswintha había enviado sicarios tras ellos no se sabe ciertamente con qué intención, aunque se puede suponer.


Hermenegildo perdió la contienda como era de esperar siendo detenido y desterrado a Valencia. Más tarde fue llevado a Tarragona donde muere asesinado en prisión por orden de la reina. Cuando Recaredo sube al trono, poco tiempo después, convoca un concilio en Toledo y se convierte al catolicismo. Su padre se lo había aconsejado antes de morir como modo eficaz de lograr la deseada unidad nacional. Goswintha urde un complot para envenenarle pero el rey y su gente lo descubren y la reina es encarcelada y ejecutada.
Así termina la vida de la más enigmática y la más influyente y la más seductora y la más ambiciosa de las reinas visigodas.



Biblo: Mujeres en la Historia: Sandra Ferrer.
          La reina de Toledo: Mª Jose Mallo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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